Cualquier país puede elegir un Presidente para que los gobierne, pero son pocos los países donde eligen Presidente para que les garantice la libertad.
¿Qué queremos los ecuatorianos? ¿Qué quiero como ecuatoriano? Si está indeciso es la primera pregunta que debe plantearse al momento de elegir el nuevo Presidente este próximo 2 de abril. Es la pregunta que nos debe acompañar siempre en épocas de participación democrática, de elecciones.
Cada vez que elegimos un gobernante debemos verificar si aquel tiene las características y el programa correcto que nos garantice crecer como individuo, no debemos caer en la trampa de creer en ofrecimientos que por más nobles que parezcan, nos terminen afectando; y peor aún, no debemos caer en la vil trampa del altruismo político, en el cual a fin de estar en la onda de los «buena onda», terminemos hundidos. Porque al momento de elegir, todos, absolutamente todos, debemos dar nuestro voto con el mayor egoísmo, pensando en uno mismo, en cuánto me afectará en lo personal y en mi familia tal o cual proyecto presentado. Sólo así, pensando con cabeza fría, con determinación y sensatez, nos dejaremos de odios políticos insanos e improductivos para pasar a participar en la democracia auténtica, que respete la libertad.
Cuando elegimos por puro apasionamiento, nos llenamos la cabeza de ofertas, pero sobre todo, de publicidad. Ésta nos mete en el juego, vestimos una camiseta y sin saber un sólo bledo de lo que se diga, nos volvemos expertos de economía, ciencias sociales, política, administración pública, derecho, moralidad, justicia, etc., llegamos a ser unos politólogos excelentes, comentamos, compartimos,en redes sociales, somos arduos en el complot, salimos a la calle y comentamos con amigos, damos pronósticos y terminamos eligiendo a un lacayo del poder, que termina haciendo de todo y lo peor, quitándonos libertades, muchas veces, disfrazadas de buenas intenciones.
Así, han pasado gobiernos que eliminaron formas de contratación laboral, como el trabajo por horas, y terminaron dejando sin oportunidad de empleo a estudiantes, amas de casa, personas en general. Gobiernos que pensaron que haciendo reformas a leyes sobre la libertad de contratación en el mercado, terminaron perjudicando a los consumidores, gobiernos que pensaban que poniendo límites a la libre competencia, iban a mejorar el mercado; y peor aún, gobiernos que pensaron que aumentando el gasto público iban a favorecer a los intereses de la mayoría, y terminaron pidiendo a esa mayoría que pague sus decisiones erradas, a través de impuestos y medidas restrictivas a las libertades. Hay gobiernos, que piensan que aumentando el aparato burocrático van a configurar una suerte de buen servicio público, y quienes terminan pagando los platos rotos, somos nosotros, los ciudadanos que debemos pagar por cosas o servicios mal hechos o entregados.
Por ello, este dos de abril, al momento de ir a dar su voto, no piense si tal o cual candidato va o no a dar caridad, si es buen dato y se lleva bien con los vecinos, si es el que ataca a las personas que no le caen bien, no se apasione, no trate mal al que piense diferente políticamente como usted, porque nadie pensará igual que nadie en ningún tema, peor tema político, así que relájese, piense con cabeza fría de qué ganará usted a corto, mediano y largo plazo y vote por aquel que garantice la libertad de ser usted mismo y no le cobre o saque en cara, como si le estuviese haciendo un gran favor, porque un Presidente es un empleado público, a su servicio.